El periodista que viene
Informar, formar y entretener. Esa es la cuestión.
El periodista debe estar capacitado para transmitir los datos traducidos en información para el lector, oyente o televidente, complementar a la formación del individuo y también vender otros productos alejados de las tradicionales formatos periodísticos para satisfacer al ocio de quien desea ver “algo mas” que un noticiero o el análisis de la realidad.
Sin embargo, para realizar de modo satisfactorio y eficiente estas tres funciones fundamentales, el periodista transcurre años de estudio universitario o terciario, complementado con lo que se aprende en base a la experiencia que da “la calle”.
Sin embargo, el estudiante de la carrera de comunicación encuentra dificultades para poder insertarse desde el principio y por propia voluntad a la realidad; es decir, el adolescente, hoy en día, encuentra un rechazo inconciente y natural al mundo político, económico en especial, y más cerca del ámbito deportivo, espectáculo, y tal vez en mucho menor medida, el social.
El estudiante que se recibirá de periodista se encuentra alejado de la realidad, incluso de la que lo rodea.
Esta situación conlleva a una falta de información y de mimetización con respecto a los temas que hacen a la vida diaria del país, o al menos de las cuestiones que más resaltan, independientemente del ámbito con el cual cada uno en particular se siente más cómodo.
El periodista tiene que saber de todo. Esa es la premisa que cada futuro profesional debe tener siempre presente. Y eso se logra con algo tan simple como complicado: Leer.
Leer, pero con atención, entender los datos que se adquieren, analizarlos y saber aplicarlos.
Allí radica la principal falencia del profesional que viene. El leer se ha convertido en una “cuestión de peso”, al punto tal que el periodista joven de hoy, en general, ve como una dificultad el volver años atrás para buscar, en su memoria y sus conocimientos, algún hecho en particular, sin necesidad que sea muy detallado ese saber. Y también se ve en problemas al momento de tener que saber el nombre y cargo de un funcionario, retener el rostro de algún personaje importante del mundo político argentino, e inclusive del mundo cultural, etc.
¿porqué sucede?
Tal vez una de las razones se encuentre en un fenómeno comunicativo que se ha expandido a nivel mundial, que es internet.
No se puede ni debe negar la apertura de extensos canales de comunicación que ha generado este medio electrónico. Pero sin embargo, para la actividad periodística, así como permite a cualquier persona realizar cualquier actividad similar desde su casa, también afecta al interés natural que debe poseer un profesional de la comunicación en estimular su propio interés y curiosidad para investigar, buscar y llegar al punto del conflicto o la cuestión, y moverse, “vivir” la situación.
Desde ese punto de vista, el adolescente de hoy, nativo de estas nuevas tecnologías, encuentra un modo más fácil de conseguir la información: sentado y “click”. Y el que aspira a ser profesional en periodismo también se ve inserto, de manera negativa más que positiva, en la ambigüedad entre beneficios y perjuicios que plantea Internet.
El periodista debe saber donde, como y cuando buscar la información que necesita para su nota, noticia, comentario, columna, pero también debe estar cerca del suceso, sentirlo, interpretarlo, consultar variadas fuentes y sacar sus propias y únicas conclusiones.
El periodista que viene posee falencias que atacan a esas asuntos significativos, que hacen a su labor.
Informar, formar y entretener, esa es la cuestión. Pero con capacidad, estilo propio y fuerte personalidad, sea ante la cámara, el micrófono o ante la computadora.
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